viernes, 13 de junio de 2008

CRÓNICA DE UN ASALTO



Jose, Mariel, Belén y yo.


Hoy voy a tomar prestada la idea de mi mentor en esto de los blogs y voy a contar un suceso trágico desde el punto de vista del protagonista, él lo hizo contando como fue que le tocó vivir un accidente de transito, explicando con lujo de detalles el papel que juega cada personaje en el momento. Yo hoy les voy a contar como se vive un asalto en los pies del asaltado, y espero de corazón que el que me lea no haya tenido la desgracia de tener la experiencia que yo tengo en el tema.

Desde hace ya unos cuantos meses tenemos el hábito de ir a tomar una coca a la salida de la misa de las 20:30 a una estación de servicio acompañados por todos los jóvenes que ayudamos en la parroquia, aproximadamente unas 20 personas. Este domingo (08/06/08) como todos los domingos acudimos a dicha reunión y una vez finalizada, y después de despedirnos de nuestros amigos, emprendimos junto con Jose y Belén el camino de regreso a casa, el cual consiste en acompañar a Belén hasta su casa, luego continuar Jose y yo hasta la casa de Jose y ahí tras saludar a su familia mientras él me busca la bicicleta que dejo siempre en su patio, empiezo mi viaje en soledad, el cual consiste en pedalear unas 12 cuadras hasta que llego a mi hogar a encontrarme con un plato frío de comida y una madre preocupada esperando mi llegada para poder conciliar el sueño. Este domingo no lo sabíamos pero nos estaba esperando una sorpresa, cuando estábamos a unas escasas 2 cuadras de la casa de Belén alrededor de las 23:00 hs veo unas motos y unas personas que las arrancan en la entrada de un local oscuro y cerrado, mis amigos que por suerte en ese momento no sabían lo que es ser asaltado, no notaron nada sospechoso en la situación, pero yo por el contrario, que he sido victima de 5 asaltos y tengo la desgracia o la gracia de ser muy desconfiado de las personas, si noté el movimiento, pero quise autoengañarme pensando que seguramente se trataba de sujetos que una vez terminado su trabajo en el local se disponían a regresar a sus hogares en las motos, cuestión que seguí caminando olvidándome de los sujetos, luego llegamos a la casa de Belén donde nos frenamos unos segundos para saludarla y continuamos con el regreso a casa de Jose.

EL MOMENTO DEL ENCUENTRO.

Caminábamos con Jose rumbo a su casa sin preocupaciones mientras hablábamos sobre el título obtenido por River Plate, más bien el venía haciéndome chistes, ya que yo soy de Boca. Tras haber caminado un par de cuadras, doblamos en una esquina y había un señor sacando la basura y se le salió un perro muy pequeño y gracioso a la calle, y mientras con Jose nos reíamos del aspecto del perro veo que pasan dos motos con dos sujetos cada una por nuestro lado (las mismas que había visto antes de llegar a la casa de Belén en la entrada del local) y se detienen en la esquina a unos ochenta metros de donde nos encontrábamos nosotros. Cuestión que mi desconfianza me hizo sospechar mucho de los sujetos que aparentemente se habían detenido para arreglar una rueda, ya que había uno de ellos arrodillado y con las manos en la rueda trasera de la moto, pero como había hecho antes me quise autoconvencer de que seguramente tenían un problema en la rueda y no había por que desconfiar. Sin embargo decidí tomar una precaución que terminó salvando nuestras vidas, y esta decisión fue empujar a mi amigo de toda la vida, Jose, hacia un costado para que crucemos la calle. Caminábamos con Jose por enfrente de donde se habían frenado las motos, cuando de repente sale corriendo hacia nosotros uno de los sujetos empuñando un cuchillo, yo en ese momento pensé que venían a robar la casa que estaba junto a nosotros, pero rápidamente caí en la cuenta de que a los que querían robar era a nosotros. Paralizado por el susto mientras veía como el sujeto corría hacia nosotros perdí la compañía de mi amigo, el cual sin tomar conciencia de la situación camino 4 pasos más que yo y quedó a unos tres metros de mi persona. Un instante después mi amigo estaba junto al sujeto que portaba el cuchillo y yo contemplando la situación a unos escasos tres metros, fue ahí que giré mi cabeza hacia las motos y veo que había otro sujeto corriendo hacia mi, entonces ese fue el momento en el que los instantes parecen horas y a uno se le cruzan mil cosas por la cabeza, las cuales no puedo olvidar, en esos momentos mientras contemplaba como se me aproximaba el sujeto y mientras recorría toda la escena con la vista, pensé en la mala suerte que tengo, ya que esa era la sexta vez que vivía algo de ese estilo, también pensé que iba a perder la campera que llevaba puesta, la mochila con las cosas de la facultad (la cual llevaba puesta porque a la tarde había estado estudiando en lo de un amigo), las zapatillas que con tanto esfuerzo mi papá me había comprado unas semanas atrás y también pensé que a pesar de resignar todos esos bienes, tenía que afrontar la situación de dejar mi integridad física en manos de la conciencia de un sujeto extraño y ya de entrada mal intencionado, fue entonces cuando pensé que no quería negociar con esa persona y recordé un hecho que ocurrió en mi provincia hace ya unos 5 años, en donde dos amigos vieron que los venían a asaltar al bajarse del colectivo y uno sugirió correr y el otro se opuso diciendo que era mejor cooperar, cuestión que uno corrió y el otro se quedó a cooperar y a este último lo mataron dándole 13 puñaladas en el rostro. Después de que esa idea invadió mi mente, mi cuerpo tomó el manejo de la situación dejando de lado la racionalidad y unos segundos después me encontraba corriendo a gran velocidad abandonando el lugar de los hechos. No había corrido ni dos veredas cuando me invadió la desesperación por haber sido tan cobarde y haber abandonado a mi amigo de toda la vida con un sujeto armado solo para cuidar mi integridad, y me sentí sumamente egoísta. Fue ahí que mientras corría a gran velocidad miré hacía atrás y comprobé que me estaban persiguiendo, lo cual no me preocupo demasiado porque corro muy rápido, y comprobé que a mi amigo también lo perseguían, lo que me alegró ya que lo único que podía suponer era que estaba sano corriendo hacia su casa. Corríamos los dos en direcciones opuestas con un sujeto detrás que nos perseguía, entonces decidí hacer algo y sin detenerme empecé a gritar ¡Policía! ¡Policía!, ni bien empecé a gritar, ambos sujetos abandonaron la persecución y corrieron hacia las motos para huir.
Pasado el momento crítico llegué a la esquina donde habitualmente hay un guardia de seguridad privada que por algún motivo no se encontraba donde debía, entonces tras cerciorarme de que las motos se habían alejado lo suficiente comencé a trotar hasta la casa de mi amigo donde toda la familia me esperaba muy preocupada y me llamaba al celular, el cual no escuché debido a la tensión del momento. Ya a salvo en la casa de mi amigo y tranquilo al ver que estaba sano, ya que logró de milagro empujar al portador del cuchillo y correr, tomamos el teléfono y dimos aviso a la policía la cual demoró sus buenos 20 minutos en llegar con los cuales las motos podrían estar en el otro lado de la ciudad tranquilamente.

SENSACIONES POS ASALTO.

En el momento del reencuentro con mi amigo y tras comprobar que ambos estábamos a salvo nos pusimos eufóricos y festejábamos, como quien hace una jugada de gol increíble, por la gran hazaña que acabábamos de realizar, pero esa noche cuando nos acostamos a intentar dormir fue que empezamos a tomar conciencia del peligro de la situación que habíamos vivido unas horas antes, y de la fortuna que tuvimos para escapar.
Es ese el momento, cuando estás en tu cama calentito intentando dormir, cuando empezás a completar la oración que comienza con un ¿y que hubiera pasado si…? Y mirando todos los desenlaces posibles ves que solo unos pocos tenían un final feliz. Luego sale el sol y vos te ves ahí acostado con un calambre en el pie por la gran corrida, y muerto de cansancio por no haber dormido en toda la noche, y cuando te levantas sentís la sensación más fea de todas, y es saber que vas a tener que cruzar la puerta una vez más y salir a esa jungla de cemento donde podes encontrarte en cualquier esquina al sujeto que podría haberte matado. La primer idea que se te ocurre es pensar en lo bueno que sería poder salir con un revolver en el bolsillo y ante cualquier problema sacarlo y disparar repetidamente en la cara de quien quiere hacerte daño, pero rápidamente vez que no es para nada viable y que vas a tener que salir totalmente indefenso a enfrentar el destino.

Después sigo escribiendo un poco más sobre los miles de cambios que tiene tu vida después de pasar por una situación así.

La dirección del blog en el cual encuentro mi inspiración y del que hablé al comienzo de este post es http://www.yojuanperez.blogspot.com/